domingo, 16 de diciembre de 2007

"LA VIRGEN DE LOS SICARIOS" de Fernando Vallejos por Noejovich-Cerbello

Monografía Sobre:
Alumnas : Pilar Cerbello
Lucila Noejovich .
Curso : 5to año 1 era división.

Introducción:

“La virgen de los Sicarios” de Fernando Vallejo en varios aspectos es el reflejo de su vida. En el transcurso de la novela el autor hace hincapié a un sentimiento de disconformidad y el de no pertenencia de toda la realidad que determina Colombia.
Luego de la lectura de la novela, llegamos a la conclusión que Colombia está devastada a causa del desinterés del Estado y el propio abandono de la sociedad.
A lo largo de la monografía desarrollaremos el análisis de la novela resaltando el contexto social y político por el que trasciende el país.
Para lograr comprender la crítica que se hace en “Virgen de los Sicarios” ampliaremos en la monografía los contextos que a nuestro entender se resaltan a lo largo de la historia.
Colombia está determinada por el poder de unos pocos que inducen a permanecer a la sociedad en las facetas más oscuras y superficiales. Una realidad en donde la violencia, el narcotráfico y la corrupción son cosas de todos los días.
El Estado pese a que intenta mínimamente conciliar con la sociedad, no logra obtener resultados favorables. El pueblo desconfía tras tantos gobiernos corruptos y no cree que pueda generar cambios para mejorar su situación.
Es completamente evidente que en Colombia el mayor ingreso económico es el narcotráfico y es la causa del derrumbe de niños y adolescentes, que tienen la posibilidad de progresar, pero las drogas boicotean su futuro. Éste sector es el más débil y no tiene la capacidad intelectual ya que el gobierno genera situaciones para que permanezcan en la ignorancia total y se debiliten aún más frente a esta situación.
Podemos establecer que esto es parte de la cotidianeidad colombiana, donde todos los sectores de la sociedad están afectados sin exclusión de ninguna clase social. Con esto queremos decir que las drogas atacan desde un sicario hasta un funcionario político o un miembro de la Iglesia.
La sociedad está muerta desde que el conocimiento se hizo un privilegio de unos pocos, es decir desde siempre. Desde que a Medellín se le dio por ser una ciudad con las mejores obras públicas del país, los mejores servicios domiciliarios pero con los mayores índices de desempleo, de violencia casera y de asesinatos.
Como dice Vallejo: “En mi Colombia querida la muerte se nos volvió una enfermedad contagiosa”.
Uno puedo pensar a Colombia como un símbolo del padecimiento de Latino América.
Comenzamos el análisis desde el contexto político que modifica directa e indirectamente a toda la población de Colombia. Consideramos que es la causa principal por la cual la sociedad se está derrumbando y no tiene ningún interés por conciliar con el Estado.
Dice Vallejo:
“ El “presunto” asesino, como diría la prensa hablada y escrita, muy respetuosa ella de los derechos humanos. Con eso de que aquí, en este país de leyes y constituciones, democráticas, no es culpa de nadie hasta que no lo condenen, y no lo condenan sino lo juzgan, y no lo juzgan sino lo agarran y si lo agarran lo sueltan... La ley de Colombia es la impunidad y nuestro primer delincuente impune es el Presidente, que a estas horas debe de andar parrandeándose el país y el puesto. En Japón, en México... haciendo un cursillo”.

La vida política colombiana está ligada a los partidos, en concreto, a los partidos políticos tradicionales: el Partido Liberal y el Partido Conservador. Ambos partidos políticos definirán lo que se podría considerar como una ruptura social, y durante el siglo XIX y principios del XX dividirán a la población colombiana entre elites y masas. Serán estos dos partidos los que monopolizarán el gobierno colombiano durante el siglo XIX con concepciones diferentes del Estado y del papel de la Iglesia. El Partido Liberal representaba tendencias reformistas y federalistas mientras que el Partido Conservador apostaba por un estado fuerte y centralista y por la Iglesia como institución fundamental en la sociedad y política colombianas.
El Estado colombiano está fuertemente militarizado, se encuentra muy a la defensiva por la situación social que la rodea. Lo que genera más roces con las clases populares que luchan por tener una mejor calidad de vida, abatidos por la inseguridad y la falta de recursos para llevar adelante una vida digna.
Vallejo en la novela marca constantemente que no se siente parte de su propio país. Él decide irse pero sin embargo la situación lo modifica, igualmente luego de varios exilios elige volver para morir. Por esto mismo relacionamos la novela con la propia vida del autor.

Dice Vallejo:
“¿Es “La Virgen de los Sicarios” una metáfora de ese país? Nunca la pensé así. Lo que quise contar en “La virgen de los Sicarios” es la historia de un hombre que vuelve a Colombia después de 20 o 30 años y lo encuentra todo cambiado. Ese viaje es el resumen de 20 o 30 regresos míos a Colombia.”

Dice Vallejo:
“Por esa carreterita destartalada y el carro a toda desbarajustándose, como se nos desbarajustó después Colombia, o mejor dicho, como se “les” desbarajustó a ellos porque a mí no, yo aquí no estaba, yo volví después, años y años, décadas, vuelto un viejo, a morir [...] Con una chispa de la candileja bastaba, como bastó una chispa para que se nos incendiara después Colombia, se “les” incendiara, una chispa que ya nadie sabe de dónde saltó ¿Pero por qué me preocupa a mi Colombia si ya no es mía, es ajena? ”
Nosotras consideramos que nadie se hace cargo de aquella “chispa” que inició el conflicto colombiano, tanto las elites, las clases populares, la Iglesia, el ejército ni el propio Estado.
Todos se desentienden de sus actos, sin medir las consecuencias ni tomar conciencia de que su país se está derrumbando por la falta de responsabilidad.
Tampoco cabe la posibilidad de negociar o llegar a un acuerdo de paz entre las masas populares para lograr el bienestar general.
Por otra parte, el contexto social está claramente marcado. Podemos determinar por un lado la clase popular, carente de recursos, paupérrimas, con un vacío interno generado por el poder para mantener a la sociedad en un estado de ignorancia, para que no se generen interrogantes sobre el manejo político, social y cultural del país. Más ignorantes son, más beneficios tiene la clase dirigente.
Por otro lado está la clase privilegiada, la elite, quien goza de todos los beneficios. Pese a que se tratan de aislar, en ella también se asienta claramente la violencia y el narcotráfico.

Dice Vallejo:
“Medellín son dos ciudades: la de abajo intemporal, en el valle; la de arriba en las montañas rodeándola. Esas barridas circundantes levantadas sobre la ladera de las montañas son las comunas, la chispa y leña que mantiene encendido el fogón del matadero. La ciudad de abajo nunca sube a la ciudad de arriba pero lo contrario sí: los de arriba bajan, a vagar, a robar, a atacar, a matar. Quiero decir, bajan los que quedan vivos, porque a la mayoría allá arriba, allá mismo, tan cerquita de la nubes y del cielo, antes de lo que alcancen a bajar en su propio matadero los matan. Tales muertos aunque pobre, por supuesto, para el cielo no se irán así les quede más a la mano: se irán barranca abajo en caída libre para el infierno, para el otro, el que sigue al de esta vida”

En la novela Vallejo hace una clara denuncia en la que la corrupción, el manejo del poder y como se dijo anteriormente, la violencia y el narcotráfico son los temas principales.
A nuestro entender, en la novela Vallejo pone en evidencia que las clases constantemente están en contacto y que hay factores que van más allá del determinismo social.

Dice Vallejo:
“Entonces, extrañado por ese comportamiento irracional mío me preguntó si me gustaba las mujeres. Le contesté que sí y que no, que dependía. “¿De qué?” “de sus hermanos”. Se rió y me pidió que le hablara en serio. Le expliqué, en serio, que por cuanto la fisiología se refería, las únicas dos mujeres con las que me había acostado sí, sí me había gustado, pero ahí acababa la cosa pues más allá no había nada porque para mi la mujer era como si no tuvieran alma [...] Le devolví la pregunta y le pregunté si a él le gustaban las mujeres. “ NO”, contestó un “no” tan rotundo que me dejo perplejo”

Dice Vallejo:
“Por Alexis volví pues a Sabaneta [...] Nos tuvimos que conocer un lunes: en el apartamento de mi lejano amigo José Antonio Vásquez [...] “Valla lleve a éste a conocer el cuarto de las mariposas”. “Este” era yo, y “el cuarto de mariposas” un cuartico al fondo del apartamento [...] José Antonio es el personaje más conocido que he conocido, ¿a quién sino a él le da por regalar muchachos que es lo más valioso? [...]”

Así se refleja en “La Virgen de los Sicarios”, en la cual Alexis es el claro modelo de un chico perteneciente al sector popular, que convive con la violencia, las drogas y la ignorancia.

Dice Vallejo:
“Tomá”, le dije cuando terminamos y le di un billete. Lo recibió, se lo guardó y siguió vistiéndose. Salí del cuarto y lo dejé vistiéndose, y dejé también de paso mi billetera en mi saco y el saco en la cama para que se llevara lo que quisiera [...] Después, más tarde, conté los billetes y estaban los que había dejado. Entonces entendí que Alexis no respondía a las leyes de este mundo”

La televisión y la radio es el medio para él de evadir la realidad y pasar el tiempo; y para el Estado elementos fundamentales junto a la droga para generar más vacío.

Dice Vallejo:
“Sin televisor Alexis se quedó más vacío que balón de fútbol sin patas que le den, lleno de aire. Y se dedicó a lo que le dictaba su instinto: a ver los últimos ojos, la última mirada del que ya nunca más”

Fernando, por lo contrario demuestra la clase social más alta, que pese al estrato social puede aislarse y actuar por sí mismo, dejando de lado los prejuicios, se inserta en el modo de vida de los que viven “allá arriba” en los cerros pobres, los que matan a cambio de monedas, los que les toca el basuco y el hambre.

Dice Vallejo:
“Ir de una realidad a la otra era infinitamente más alucinante que cualquier sueño de basuco. El basuco entorpece el alma, no la abre a nada”

El sector popular se encuentra caracterizado principalmente por la presencia de los sicarios. Alexis es uno de ellos.

Dice Vallejo:
“Te voy a decir que es un sicario: un muchachito, a veces un niño, que mata por encargo. ¿Y los hombres? Los hombres por lo general no, aquí los sicarios son niños o muchachitos, de doce, quince, diecisiete años, como Alexis, mi amor...”

En la historia Vallejo narra cómo los sicarios llevan adelante su trabajo.

Dice Vallejo:
“Las balas rezadas se preparan así: pónganse seis balas en una cacerola previamente calentada hasta el rojo vivo en parrilla eléctrica. Espolvoréense luego en agua bendita obtenida de la pila de una Iglesia, o suministrada, garantizada, por la Parroquia de San Judas Tadeo, barrio de Castilla comuna noroccidental. El agua, bendita o no, se vaporiza por el calor violento, y mientras tanto va rezando el que las reza con la fe de carbonero: por la gracias de San Judas Tadeo (o el Señor Caído de Giradota o el Padre Arcila o el Santo de tu devoción) que éstas balas de esta suerte consagradas den en el blanco sin fallar, y no sufra el difunto. Amén”

Dice Mario Vargas Llosa:
“La institución proporciona dinero fácil, aventura, riesgo y diploma de virilidad, de modo que no es extraño que niños y jóvenes de vidas embotelladas y sin esperanza, vean en ella una tabla de salvación. El sicario se alquilaba al principio casi exclusivamente a los narcos, pero luego el espectro de los empleadores se amplió, y abarca ahora a paramilitares, grupos políticos, pandillas y particulares ansiosos de liquidar a un enemigo, deshacerse de un socio incómodo o enviudar de prisa” .

Dice Vallejo:
“ Le quité la camisa, se quitó los zapatos, le quité los pantalones, se quitó las medias y la trusa y quedó desnudo con tres escapularios, que son los que llevan los sicarios: uno en el cuello, otro en el antebrazo, otro en el tobillo y son: para que les den el negocio, para que no les falle la puntería y para que les paguen”.

Dice Vallejo:
“ Ese metalero condenado ya nos dañó la noche, me quejaba. No es un metalero- me explicó Alexis cuando se lo señalé en la calle al otro día-. Es punkero. Lo que sea. Yo a ese mamarracho lo quisiera matar. Yo te lo mato- me dijo Alexis con esa complacencia suya atenta siempre a mis más mínimos caprichos-. Déjalo que la próxima vez saco el fierro [...] Habíamos vuelto en peregrinación a Sabaneta cuando el punkero “ marcó cruces ”. “ ¡Ahí va! ¡Ahí va! Exclamó Alexis cuando lo vio en la calle [...] Corrió hacia el hippie, se le adelantó, dio media vuelta, sacó el revólver y a pocos palmos le chantó un tiro en la frente [...] Aquí nadie es inocente cerdos. Lo matamos por chichipato, por bazofia, por basura, por existir ”

Dice Vallejo:
“ De los muertos de Alexis, cinco fueron gratis, por culebras propias; y cinco pagados, por culebras ajenas. ¿Qué son “culebras? Son cuentas pendientes. [...] ¿Qué cómo supe lo de Alexis si yo no pregunto? Sin preguntar, me lo contó La Plaga. [...] Tiene quince añitos. Creo que se llama Hieder Antonio. [...] Lo conocí también en el cuarto de mariposas, pero nuestro amor no prosperó.
[...] El próximo muertico de Alexis resultó siendo un transeúnte grosero: un muchachote fornido, soberbio, malo que es lo que es esta raza altanera. Por Junín, sin querer nos tropezamos con él. “ Aprendan a caminar, maricas – nos dijo-. ¿O es que no ven?” Yo, la verdad, veo poco, pero Alexis mucho [...] No le chantó el pepazo en la frente, no: en la boca, en la sucia por donde maldijo”
Se puede relacionar los sicarios con la muerte, que es un tema importante en la novela como en la vida misma de Vallejo. Como hemos dicho todo sicario mata por encargo, pero su propia vida también está en riesgo constantemente. En un país tan violento, donde matan desde una moto, en un taxi y a veces hasta por nada, todo está permitido y nunca se sabe quién será el próximo. Todos están al límite, pasando situaciones de riesgo por más que no se sea partícipe de ningún conflicto.

Dice Vallejo:
“¡Qué Iglesia iba a estar abierta ni que demonios! Las mantienen cerradas para que no las ataquen. Ya no nos queda en Medellín ni un solo oasis de paz. Dicen que atacan los bautizos, las bodas, los velorios, los entierros. Que matan en plena misa o llegando al cementerio a los que van vivos acompañando al muerte. Que si se cae un avión saquean los cadáveres. Que si te atropella un carro, manos caritativas te sacan la billetera mientras te hacen el favor de subirte a un taxi que te lleve al hospital. Que hay treinta y cinco mil taxis en Medellín desocupados atacando. Uno por cada carro particular. Que lo mejor es viajar en bus, aunque también tampoco: tampoco conviene, también los atacan. Que en el hospital a uno no sé donde lo remataron. Que lo único seguro aquí es la muerte”

Dice Vallejo:
“La muerte como alivio. Lo ha dicho antes y quizás no sea original. He dicho que es una suerte que mi hermano Darío esté muerto, fuera de la pesadilla de la vida. La vida no es una fiesta sino una desgracia y no hay forma de pasarla bien. La mayor parte del tiempo son momentos de vacío, de angustia, de dolor”

Dice Vallejo:
“¿Qué sentimientos tiene ante la muerte?
De deseo y de terror. A mí la muerte me produce terror, pero la vida también. Así que no estoy muy apegado a la vida, pero es todo muy complicado”
Dice Vallejo:
“ O sea que mientras más muertos menos muertos. Mi señora Muerte pues, misiá, mi doña, la paradójica, es la que aquí se necesita. Por eso anda toda ventiada por Medellín día y noche en su afán haciendo lo que puede”
Dice Vallejo:
“Se vino sobre nosotros la moto: paso rozando. “¡Cuidado! ¡Fernando!” alcanzó a gritarme Alexis en el momento en el que los de la moto disparaban. Fue lo último que dijo, mi nombre, que nunca antes había pronunciado. Después se desbarrancó por el derrumbadero eterno, sin fondo [...] alcancé a ver a los muchachos de la moto, “el parrillero”, cuando disparó: le vi los ojos fulgurantes, y colgando sobre el peso, por la camisa entreabierta el escapulario carmelita. Y nada más. [...] Dejó el horror de la vida para entrar al horror de la muerte. Fue un solo tiro certero en el corazón. Creemos que existimos pero no, somos un espejismo de la nada, un sueño de basuco”

Fernando como La Colombia desangrada por los enfrentamientos, busca alguien que llene su vacío, su soledad y desesperanza después de la muerte de Alexis. Fernando logra tristemente encontrarse con la cara de la muerte, el motociclista que lo perseguía al asesino de Alexis, Wílmar.

Dice Vallejo:
“Pensando en Alexis, llorando por él, me tropecé con un muchacho. Nos saludamos creyendo que nos conocíamos. ¿Pero de dónde? [...] Entonces invité a almorzar al faquir. Mientras almorzábamos los dos faquires le pregunté como su nombre ¿Se llamaba Tayson Alexander acaso, para variar? Que no. ¿Y Yeison? Tampoco. ¿Y Wílfer? Tampoco. ¿Y Wílmar? Se rió.
[...] Al desvestirse se le cayó un revólver. “ ¿Y ese revólver para qué? Le pregunté yo de ingenuo. Que para lo que se ofreciera.
[...] Esa historia del Ñato que he contado fue la última cosa bella que viví con Wílmar. Después el destino se nos vino encima como esa carroza fúnebre y sus dos motos, atropellándonos envenenado.
[...] Fuimos a comprar el refrigerados para la mamá de Wílmar, y me dio por pasar de regreso por el Versalles dizque a comprar pasteles. [...] A la entrada de éste nos tropezamos con La Plaga [...] Wílmar entró a comprar los pasteles y yo me quedé afuera con La Plaga conversando. Entonces me hizo el reproche de por qué andaba con el que mató a Alexis. “Por qué dices eso, niño tonto – le contesté -. ¿No ves que yo ando con Wílmar y a Alexis lo mató La Laguna Azul?” “Wilmar es La Laguna Azul”
[...] Tenía que ir a la Iglesia a rogarle a Dios que todo lo que sabe, que todo lo que entiende, que todo lo puede, que me ayudar a matar a este hijueputa.
[...] Le dije que nos iríamos a dormir esa noche a cualquier motel de las afueras [...] Y yo me quedé despierto meditando sobre los atropellos europeos a los derechos humanos y el eterno silencio del papa... El revólver, su revólver, lo había puesto, como siempre, sobre su ropa. [...] Cuando empezó a entrar el sol por la ventana entreabrió los ojos y entonces le pregunté: “¿Por qué mataste a Alexis?” “Porque mató a mi hermano” [...] Mientras esperábamos que pasara un taxi por la autopista le dije que yo iba con Alexis la tarde en que él lo mató. Que sí, que él ya sabía, que desde esa misma tarde me había quedado conociendo. “Entonces desde la primera noche que pasaste conmigo en mi apartamento me habrías podido matar”
[...] La despedida fue para siempre, vivos no nos volvimos a ver. [...] Ahí estaba él Wilmar, mi niño, el único. Me acerqué y tenía los ojos abiertos. [...] A sus pies estaba su acta de levantamiento del cadáver. La leí de prisa. Nada especial. Que iba en un bus atestado y le habían disparado por la ventanilla desde una moto”

El tema religioso también es muy importante y determina muchas de las características de la sociedad colombiana. En Vallejo se observa la profunda contradicción al referirse a la Iglesia, por un lado, parece encontrarla como un lugar de salida de tantos conflictos y el propio desorden del país. Se considera actualmente a La Virgen María Auxiliadora como la Virgen de los salesianos, con la que él se crió y educó.
Por otro lado hace una denuncia a la Iglesia por realizar negocios con el narcotráfico y por algunos curas afeminados.
Las próximas citas son claros ejemplos de la posición de Vallejo frente al poder de la Iglesia.
Dice Vallejo:
“La Virgen de Sabaneta hoy es María Auxiliadora, pero no lo era en mi niñez: era la Virgen del Carmen, y la parroquia de la Santa Ana  María Auxiliadora es propiedad de los salesianos, y la parroquia de Sabaneta es de curas laicos  a pedir que es lo que mejor saben hacer los pobres amén de parir hijos  Esta devoción repentina de la juventud me causaba asombro. Y yo pensando que la Iglesia andaba más bancarrota que el comunismo  “Virgencita niña, María Auxiliadora que te conozco desde mi infancia..”  Al cardenal López T., el que se quería despachar Alexis  se empeñó en hacer negocios con el narcotráfico, el único que tenía aquí dinero constante y sonante  Un cardenal afeminado no es un príncipe de la Iglesia, es un travesti, y su sotana una bata: así la siente ”
En la novela los protagonista demuestran darle gran importancia a la religión. Lo que manifiesta que la sociedad colombiana se refugia en la Iglesia frente al caos que la rodea.
Dice Vallejo:
“Era la peregrinación de los martes, devota, insulsa, mentirosa. Venían a pedir favores. [...] ¿ Qué le pediría Alexis a la Virgen? Dicen los sociólogos que los sicarios le piden a María Auxiliadora que no les vaya a fallar, que les afine la puntería cuando disparen y que les salga bien el negocio ”
Según el punto de vista del poder, El Cartel era el poder supremo y el encargado de decidir el presidente de turno. Es decir era un gobierno enmascarado, el que tenía a la cabeza un presidente con mal de Alzheimer. El sistema político se caracteriza por el manejo del mayor ingreso económico del país que es el narcotráfico

Dice Vallejo:
“Los treinta y cinco mil taxis señalados (comprados con dólares del narcotráfico porque de dónde va a sacar dólares Colombia si nada exporta porque nada produce como no sea asesinos que nadie compra)”

Dice Vallejo:
Como diría nuestro presidente Barco, el inteligente, que nos gobernó cuatro años con el mal de Alzheimer y le declaró la guerra al narcotráfico y en plan de guerra se le olvidó”

La economía del país esta destruida por completo, no existen las industrias, el comercio, los ingresos se basan casi completamente por el narcotráfico.

Dice Vallejo:
“ ¡Qué empresa va a prosperar aquí con tanta prestación, jubilación, inseguridad, impuestos, leyes!  el primer atracador de Colombia es el Estado.  La industria aquí está definitivamente quebrada: para todo el próximo milenio. ¿Y el comercio? Los asaltan. ¿Y servicios? ¡Qué servicios!  El campo también es un desastre”
Conclusión:
Luego de realizar la monografía llagamos a la conclusión de que la sociedad colombiana está narcotizada, destruída a causa del desorden político y social que atraviesa el país. Es una población víctima, sufriente que reza e implora cambios y mata.
El Estado promueve y espera que sus habitantes no piensen, que estén drogados con las esperanzas que las distintas Vírgenes los saquen de la miseria. Tampoco les interesa modificar la situación ya que se acomodan a ella por los motivos y causas anteriormente expuestos.
En Medellín la vida es como la muerte, con una sociedad que vive el día a día tal vez como el último porque el mañana nadie se lo asegura. El Estado colombiano debe promover el interés social, si éste no realiza nada para cambiar la situación, se seguirá derrumbando y ningún acuerdo de paz o intento de progreso, va a ser efectivo para el país.
Mientras tanto Colombia sigue destruyéndose, sin posibilidad de mejoras ni cambios. El gobierno como gran responsable de la situación no parece interesado por modificarla, es más el mismo poder es el que se alía con una de las causas que producen hundimiento de Colombia, como es el narcotráfico. Siendo éste unos de los mayores ingresos del país.
Al poder le interesa que la sociedad permanezca en estado de ignorancia, de esta manera logran que con menor conocimientos no se les oponga a sus políticas e intereses.
Hay quienes pudieron encontrar en la Iglesia un resguardo dentro de tanto desbarajuste, como hemos dicho anteriormente, como los sicarios en la Virgen María Auxiliadora.
En “La virgen de los Sicarios”, Fernando Vallejo muestra claramente las contradicciones de un país donde las apariencias sirven apenas para encubrir las miserias de las realidad, la misma miseria que el Estado genera en la sociedad.
Hay algo universal en esta historia que duele ante todo por su carga de verdad, podemos determinar que muchos de los países de Latino América están abatidos por la corrupción, el narcotráfico y ante todo por el desinterés del Estado y de la propia sociedad por progresar.

Bibliografía:
1. “Virgen de los Sicarios” de Fernando Vallejo. Editorial Punto de lectura edición 2002.
2. http://es.geocities.com/agreda5/Literatura/vallejo.html
3. http://www.inmaculadadecepcion.blogspot.com/2005/06/encuentro-con-fernando-vallejo.html
4. Los sicarios, Mario Vargas Llosa. La Nación. Sección Opinión, Fecha de publicación 05.10.1999.

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